martes, 24 de junio de 2014

Mi horror en La Liberté

En este Creepypasta no hay imagen porque no encontre pero igual ahi va para que lo disfruten:

Este relato es fruto de una mente enferma. Debes saberlo antes de comenzar la lectura. Hace seis meses que estoy con antidepresivos y antipsicóticos, medicación que más que mejorarme, hace que mi paranoia y mi dolor aumenten. Mi realidad, mi verdad, es absolutamente insoportable. Tengo pocos momentos de lucidez, como éste, en los que puedo escribir. Momentos en los que la ansiedad y la depresión se sustituyen por un sentimiento de ira que me sobrepasa. Momentos en los que tengo que cuidarme de mi otro yo. Este escrito me llevó cuatro meses redactarlo. A lo largo del relato entenderás la razón.
Lo que viene a continuación es mi verdad. En tus manos queda decidir si este relato es real o si simplemente es una extensión de mi locura. Debes saber también que esta historia no es apta para gente sensible o fácilmente impresionable. Todo lo que voy a relatar puede inducir al lector a cometer mis mismos errores, aunque en mi opinión todo el mundo debería leerlo. Es algo que nos afecta a todos, nos implica a todos. La gente debe saber qué es lo que se está cociendo aquí, qué es lo que está pasando, y hacia dónde nos dirigimos; pues es la única manera de pararlo, por más doloroso que sea.
Te he advertido, ¿estás decidido a seguir a partir de este punto?
Bien, comencemos.
Desde que era pequeño el mundo de la informática me ha apasionado, especialmente el mundo de Internet. Para mí era algo increíble y fascinante que dos personas en extremos distantes del país pudieran comunicarse en tiempo real sólo a través de un equipo informático. Mi pasión y mi curiosidad me llevaron a aprender sobre protocolos y configuraciones de redes, servidores, programación web… hacking.
Pensarás que con esta afición tuve que haber estudiado una carrera de informática, pero hay algo que me apasiona aún más. El saber, el conocer, el investigar. El divulgar. Todo esto, junto con mi curiosidad innata, hicieron que me decantara por el periodismo.
A la hora de preparar mi tesis final, vi la oportunidad de juntar mis dos pasiones. La idea de la tesis final consistía en investigar sobre un hecho concreto, tratando de dar una información completa y veraz sobre el mismo. Sin amarillismo, la pura y simple verdad. Aquellos días estaba muy de moda el concepto de la Deep Web. La Web profunda, el lado oscuro de internet. Muchos rumores e historias circulaban sobre la misma. Pedofilia, asesinos a sueldo, hackers a sueldo, mercado negro de armas, videos de autopsias alienígenas, documentos secretos del gobierno y un largo etcétera. La gente estaba fascinada y percibía a la Deep Web como un lugar oscuro y siniestro, donde lo más horrible del ser humano salía a flote.
Yo, que presumía de tener un conocimiento amplio sobre internet, sabía de la existencia de la Deep Web. “Sabía” (y me perdonarás que use comillas) que ahí abajo no podrías encontrar ningún documento secreto del gobierno, al menos no así como así. Por tanto, mi tesis vendría a dar una explicación completa sobre la Deep Web, en la cual además vendría a demostrar que no era algo tan “chungo” como la gente lo pintaba.
Para ello me propuse investigar y tratar de encontrar la famosa web francesa La Liberté, una supuesta página alojada en la Deep Web que tenía un nivel de protección altísimo, tanto que necesitabas una invitación para entrar. Según la leyenda, en La Liberté podías encontrar foros de lo más diverso. Desde pedofilia, hasta supuestos documentos con evidencia que probaría ciertas teorías de conspiración, como los Chemtrails y los Illuminati.
En realidad, lo que quería demostrar era que dicha web no existía, tumbando uno de los mitos más populares de la Deep Web. Y de existir, demostrar que su creación había tenido lugar después de la aparición de los rumores e historias sobre ella, y que no contenía ningún documento de interés.
Cada vez que pienso en ello, me dan ganas de llorar.
El primer paso, si existía dicha web, era conseguir una invitación para la misma. Para ello no tuve otro remedio más que relacionarme con la gente que accede a este “lado oscuro”. No fue tarea fácil, pues no sólo debía proteger bien mi equipo, sino entrar en sitios con contenido delictivo en los cuales dejar rastro podría suponer pena de prisión. Adopté medidas adicionales para proteger mi privacidad en la medida de lo posible. Mi objetivo eran los chats de las webs con contenido pedófilo y snuff, evitando las imágenes y el contenido de las páginas. Durante meses me fui haciendo conocido en estos sitios, hasta que un día apareció Grimm.
Grimm era un habitual en uno de estos chats, y alardeaba de tener acceso a La Liberté. Conseguí ganarme su confianza y su amistad hasta que, al cabo de un tiempo, accedió a darme una invitación. Entonces pude confirmar la existencia de La Liberté. Fue una sorpresa mayúscula; como ya dije, mi intención era tumbar el mito y, por el contrario, lo hice real. Incluso confirmé que su existencia se originó mucho antes de que aparecieran los rumores en la web superficial.
¿Si existía La Liberté… qué más existiría?
El concepto de mi tesis cambió radicalmente, como os podéis imaginar. La Liberté es un foro normal y corriente, con el añadido de que para acceder a cada subforo necesitas crear un nuevo usuario. El contenido es tal y como la gente lo describía. Aquí puedes encontrar lo más horrible y oscuro que te puedas imaginar, también las pruebas a ciertas teorías conspiratorias. Y aquí comenzó mi decadencia y mi descenso a la locura.
No sé cuántas horas, en cuántos días navegué por el subforo de conspiraciones. Quedé sumamente impactado con muchas de las revelaciones; pero lo que más me atrajo fue la conspiración del Proyecto Monarca.
¿La fascinación por este proyecto fue inducida por un tercero, o realmente me interesaba este tema? No estoy seguro. No estoy seguro de nada.
El Proyecto Monarca era una continuación del proyecto MK-ULTRA desarrollado por la CIA, y que supuestamente terminó en la década de los setenta. La finalidad del proyecto MK-ULTRA era la de conseguir controlar la mente de la gente a base del suministro de drogas, como LSD, y la creación de traumas a través del abuso verbal, físico y sexual, provocando la disociación de la mente del individuo. Cuando las aberraciones del proyecto MK-ULTRA se hicieron públicas, la CIA dijo haber terminado con dichos experimentos. Pero mucha gente creía que simplemente le cambiaron el nombre y lo hicieron más secreto, y siniestro. A la continuación del MK-ULTRA la llamaron Proyecto Monarca, o Programación Monarca. Y yo tenía pruebas de su existencia.
No sólo podía probar la existencia del Proyecto Monarca, sino de todo el complot y conspiración en torno a él, sobre todo en la industria del cine y la música. Películas desde El club de la lucha hasta Sucket Punch esconden mensajes sobre la programación monarca, y muchas estrellas de la música son personas que han pasado por esta programación. Autómatas humanos, siendo las chicas Disney su máxima expresión y Lady Gaga la “reina”, por así decirlo. Todos los videos de Lady Gaga tienen claras referencias a la programación monarca.
Toda la industria del entretenimiento, tomada por estos esclavos, para a su vez programar a la gente de a pie. El conocimiento que tenía en mi mano, la información que poseía, podía cambiar el mundo. Podía liberar a la gente de su “falsa libertad”.
Pero ¿por qué esta información no había salido de La Liberté? Es cierto que en la web superficial se comentaban todas estas cosas, pero no pasaban de ser más que rumores realizados por cuatro chiflados aburridos. En La Liberté había pruebas de todo esto… no lo comprendía. Pero tanto daba, estaba decidido a sacar a la luz todo ese material. Fotos, videos, documentos del gobierno… sería un auténtico bombazo.
Entonces entró Grimm en juego de nuevo. Me dijo que el material que se encontraba en La Liberté era material liberado de otra web, aún más profunda y secreta, llamada Sion. Para acceder a Sion necesitabas ser invitado al igual que en La Liberté, y sólo usuarios con acceso a La Liberté podían serlo… unos pocos elegidos.
Me comían las dudas. Tenía material más que suficiente para provocar una auténtica revolución, pero si lo hacía, perdería la posibilidad de acceder a Sion, donde, según prometía Grimm, hallaría información mucho más impactante que la de La Liberté. A su vez, acceder a Sion implicaba pasar más tiempo en La Liberté, relacionarme con los usuarios, con el riesgo que eso implicaba. Ni siquiera Grimm sabía lo que realmente me traía entre manos, o eso pensaba yo entonces.
La pregunta volvía a mi cabeza, “¿por qué esto no ha salido de La Liberté?”.
Tomé la decisión de llegar hasta el final y tratar de ganarme el acceso a Sion. Entonces las cosas se pusieron aún más extrañas. Para ganarme la confianza de toda la gente en La Liberté, tuve que convertirme en un monstruo. No sólo me centré en comentar en el foro de conspiraciones (de hecho, esto era lo que menos hacía, como si no tuviera mucho interés), fingí ser una persona con un gusto hacia la pedofilia y el snuff igual de extremo que el del resto de usuarios.
Grimm publicaba mucho de este material, que tenía que ver con total repugna para no desentonar en las conversaciones del foro. No advertí entonces que aquello parecía una prueba hacia mi persona, pues los demás usuarios me preguntaban qué me había parecido tal o cual parte, o qué me había excitado más… Ahora que lo pienso, no comprendo cómo pude estar tan ciego. Como fui tan soberbio y tan estúpido.
Mi resistencia hacia toda aquella inmoralidad fue creciendo, hasta que las cosas subieron de nivel. ¿Conocéis la película A Serbian Film? Una de las escenas más polémicas implicaba a un bebe, y ahí lo vamos a dejar. No tengo fuerzas para describir o nombrar la escena por lo que es. Los videos que tuve que ver, eran como esa famosa escena… sólo que en esta ocasión, los bebés no eran muñecos. En algunos videos, la madre se comportaba como en A Serbian Film, en ocasiones incluso participaba directamente. En otras, chillaba y gritaba tratando de salvar a su pequeño de… mierda, es que tienen un auténtico mercado negro con esa basura. Secuestran a mujeres embarazadas, y las… cambian, ¿vale? Y aceptan lo que les va a pasar a sus niños. Algunas despiertan al final y se dan cuentan de lo que está pasando; ellas son las que gritan. Pero ésa no es ni por asomo la regla general. No sé lo que les pasa a los niños, sólo sé que a la mayoría los dejan vivir, no sé con qué fin. No me atrevo a imaginármelo.
Tras esta experiencia, padecí unos cuantos días de crisis nerviosas; pero estaba más decidido que nunca a acceder a Sion, desvelar toda la información que pudiera y acabar con esa maldita mierda.
Entonces Grimm cambió el contenido de los videos. Durante un tiempo fueron videos pornográficos normales y corrientes, cosas que cualquier ser humano normal podría ver. Eso hizo que me tranquilizara un poco. Luego los videos volvieron a subir de nivel. Creía que los videos de los bebés era el límite del horror, pero había más, mucho más… tanto, que no me atrevo a decirlo.
El ciclo era siempre el mismo, los videos subían hasta un nuevo y extremo nivel que me dejaba noqueado, para luego pasar durante unos días a videos normales, que poco a poco iban subiendo su intensidad hasta llegar al límite anterior… que volvía a ser superado. No me daba cuenta de la manipulación que estaban haciendo. Llegué a ver sin asco los videos de bebés, entre otras cosas.
Pasaron meses, hasta que por fin llegó el día. Después de enfrentarme a un nuevo y horroroso nivel, recibí un mensaje de Grimm con un link “.onion”. Una invitación a Sion. Lo había conseguido, tenía acceso al lugar más oculto y siniestro de la Deep Web. El lugar que se había convertido en mi obsesión, el lugar por el que había sacrificado parte de mi cordura, no sabía hasta qué punto.
Entré en Sion. La web no era ningún foro, ni un blog, sólo contenía un video. El fondo… no recuerdo el color. A veces lo visualizo negro, otras blanco, otras verde; pero por alguna razón, creo que el fondo tenía todos esos colores, y más. Accioné el video y apareció un hombre con traje que decía lo siguiente en inglés:
”Felicidades por haber accedido al último nivel de Monarca. El proceso está a punto de comenzar. Su maestro lo guiará en este último tramo, y recuer…”.
Y entonces, todo se volvió negro por unos segundos, que en realidad fueron días. Seis días, en concreto. Desperté con dolores horribles por todo el cuerpo. Dos dedos de mi pie derecho estaban rotos y tenía múltiples golpes y quemaduras por todo el cuerpo. En la espalda tenía una herida reciente, como si alguien me hubiera clavado un cuchillo o algo similar, aunque no muy profundamente. No me había duchado ni afeitado en todo ese tiempo.
Lo peor era el dolor de cabeza… un dolor punzante y terrible. Y el miedo. ¿Qué había pasado? Cuando me repuse un poco, traté de entrar de nuevo en La Liberté. La página había desaparecido, y en su lugar había una imagen de una mariposa monarca. No pude encontrar a Sion de nuevo. La información de La Liberté ya no estaba a mi alcance.
Lo había perdido todo… ¿o nunca había existido?
El recuerdo de todos esos meses de tortura, así como la incertidumbre de todo lo que había sucedido en los seis días oscuros, como yo los llamo, terminó por derrumbarme. Además, habían veces en que todo se volvía negro y despertaba a los pocos segundos, descubriendo que habían pasado minutos, a veces incluso horas.
Me sometí a tratamiento psiquiátrico, pero los médicos no consideraron necesario institucionalizarme. Dicen que tengo un trastorno obsesivo-compulsivo, con ideas psicópatas y delirios. Curiosamente, el tratamiento no me hace efecto, como dije al principio, sólo me hace más dócil y vulnerable a los períodos de oscuridad.
He intentado suicidarme en múltiples ocasiones, pero no lo consigo. Cuando estoy a punto de conseguirlo, experimento uno de esos momentos de oscuridad. No me van a dejar hacerlo, me han programado para que no me suicide. Para que mi otro yo salga cuando estoy a punto de hacerlo. Tampoco puedo divulgar la verdad, por eso he tardado tanto en escribir esto. Hay días en los que sólo pude escribir una palabra de este texto, a veces un párrafo entero, pero poco más. Por suerte, no experimento momentos de oscuridad cuando escribo, pero sí me olvido enseguida de lo que estoy haciendo y no lo recuerdo hasta el día siguiente. No sé si podré subirlo, creo que he encontrado una manera de bloquear a mi otro yo y la programación, pero no estoy seguro.
Y aquí va mi conclusión, fruto probablemente de mi mente enferma, pero yo creo que es real. En el último párrafo he hablado sobre mi otro yo. Ése es el objetivo del Proyecto Monarca, y yo he sido un experimento dentro de una nueva forma de programación. Quizás sólo sea uno más.
Grimm fue mi guía, quien me llevó de la mano durante todo el proceso. A través de La Liberté, si es que ésa era la auténtica, si es que ésta a su vez existe, iniciaron la programación, creando traumas a través del contenido publicado. Me hicieron romper en muchas ocasiones la barrera de la cordura, para devolverme después a un estado de calma. Sin darme cuenta, me estaban induciendo a un estado disociativo.
Así llegamos a Sion, cuando la programación finalizó, disociándome por completo y creando definitivamente a mi otro yo, el perfecto esclavo que está a sus órdenes, quienes quiera que sean ellos. Lo que más me obsesiona es lo que pudo pasar en esos seis días, y lo que hace mi otro yo cuando toma el control.
Lo más triste… es que pude detener todo esto antes, si no hubiera sido tan ambicioso. Estoy pagando el precio de mi soberbia.

martes, 10 de junio de 2014

El origen de Hoody

Este creepypasta me encanta espero que lo disfruten:

Finalmente es Halloween y aprovechando que harán un concurso de disfraces en mi escuela le he pedido a mi madre que me consiga un traje y una máscara blanca, debido a que en la escuela nadie conoce a  Slenderman y yo podre ganar ese concurso con ese disfraz.
O al menos es lo que pensaba Brad Fischer de 13 años ese día, sin saber lo que realmente le iba a suceder.
Ese mismo día su madre llego con las compras y Brad todo emocionado fue a ver el traje que le había comprado su madre,  pero después vio que el traje no era exactamente como él lo había pedido.
Pero mama te había dicho que el saco debía ir con botones negros, no con dorados.
Perdón hijo pero hoy en día es muy difícil conseguir ese tipo de saco.
Y la máscara te dije que era sin cara, esta tiene ojos y boca para respirar.
Les dije a los de las tiendas tu pedido pero no encontré ninguna, así que mejor te traje esta, al menos así podrás disfrazarte de otra cosa.
Pero yo no la quería así.
Enojado Brad se fue a su cuarto, debido a que él le encantaba Slenderman y no quería disfrazarse de otra cosa ese día, se le ocurrió la idea de buscar en internet para ver cómo hacer ese tipo de máscaras, vio que podía improvisar una con licra blanca, debido a que la licra si se deja ver, así que fue a una costurera para que el hicieran la máscara, pero para su desgracia estaría lista en 3 horas y en 3 horas ya tendría que estar en la escuela, así que le encargo a su madre que fuera por ella y se la llevara a la escuela.
En la escuela, muchos se burlaban de él porque no tenía gracia irse de traje ya que eso no era original, el solo estaba esperando que llegara su madre en cualquier momento. Pasado el rato llego el momento de decidir el ganador del concurso de disfraces y él estaba casi llorando porque su madre no llegaba a la escuela con la máscara.
Tenemos un ganador – dijo el director por el alto parlante
ESPERE – grito Brad – todavía no llega mi madre con lo que falta de mi traje
Lo siento Brad pero no podemos esperar
Solo el pido unos minutos
Pasaron 10 minutos y llego su madre con la máscara, Brad emocionado fue con su madre por la máscara, se la puso bien contento esperando que todos se sorprendieran por lo genial que era su disfraz, pero las reacciones fueron lo contrario, empezaron a reírse y abuchearlo
Lo siento Brad – dijo el director – tu disfraz todavía es muy simple
Pero me esforcé tanto en hacerlo
Perdón Brad, pero no ganaste
Después se dirigió otra vez al alto parlante y dijo
El ganador es Peter Robinson con su impresionante disfraz  hombre lobo
QUE? – grito Brad todo molesto – pero su traje es muy visto
Su traje está muy bien hecho y el tuyo muy simple, así que el gana
Él se fue molesto a casa, no quería saber nada de la escuela ni de su madre, porque el no solo le encantaba el personaje de Slenderman sino que también lo admiraba. Leía su creepypasta cada noche antes de dormir, sabia todos los lugares donde él había aparecido, como es, como se creó, todo, y el soñaba algún día encontrarse con él.


Por el camino había un viejo bosque el cual siempre se quedaba horas sentado, solo, esperando, soñando que un día Slenderman se le apareciera. Como cualquier día se sentó en un viejo tronco a esperar, dibujando un símbolo, un símbolo que él conoce y se rumorea que con ese símbolo el aparecerá ahí, era una enorme cruz dibujada y exaltada en un círculo, pero nunca había resultado y nunca aparecía. operatorsymbol13

Ese mismo día se le ocurrió algo diferente, se cortó  las venas con un pedazo de corteza filosa y con su sangre pinto y resalto el símbolo que estaba debajo de él, después de todo, si nadie más sentía admiración por su héroe no valía la pena vivir si no lo veía ese día.
Pasaron las horas y Brad estaba desangrándose, pero con sus últimas fuerzas seguía resaltando el símbolo. Él estaba a punto de desmayarse cuando de repente siente que alguien lo vigila, una presencia oscura y sombría, pero que él siempre había querido sentir, era Slenderman que estaba enfrente de él.
Parecía confusa la situación porque Slenderman solo lo veía, ahí desangrándose, parado sin hacer nada.
Vamos Slenderman, asesíname, sería el mejor honor para mí– grito Brad con sus últimos alientos
Slenderman le quito la máscara a Brad y con uno de sus tentáculos saco un líquido espeso parecido a la sangre pero color negro y le dibujo una marca, una marca que él conoce bien, le dibujo la enorme cruz exaltada en el círculo con ese extraño líquido, después de eso Brad se desmayó.
A la mañana siguiente Brad se despertó en su habitación, pensando que todo lo que había pasado era un sueño, pero no fue así. Su madre, quien lo esperaba en la cocina para desayunar, le explico que lo encontraron en el bosque dormido, con un líquido espero tipo sangre pero color negro rodeándolo y con una cruz en un círculo marcada en su cara, la cual todavía no se ha quitado.
Rápidamente Brad corrió al baño a verse, efectivamente, tenía la cruz en el círculo en su frente, se sentía feliz porque había conocido a su ídolo, pero su madre fue al baño y le dijo
Quiero que te borres esa cruz de ahí
Pero madre no quiero
¿Porque no quieres quitártela? Dijo toda exaltada
Porque Slenderman me la hizo
¿Quién?
Slenderman, del personaje que me disfrace ayer
Hijo estas alucinando, no existe esa cosa, así que en estos momentos te bañas y te limpias eso
No madre, él es real lo vi, y no me quitare esto
Como eres desobediente
Su madre lo agarro y le empezó a lavar la cara, con jabón, estropajo, todo su arsenal de limpieza, pero nada daba resultado, como si su marca fuera parte de su piel.
El y su madre fueron al patio a buscar algo con que limpiarlo, y vio un árbol, un árbol que nunca había estado ahí, era un árbol enorme y oscuro, su madre extrañada de ver un árbol ahí se acercó y el árbol saco un gran tentáculo de la parte de atrás, era Slenderman que estaba vigilando a Brad.
Brad no se sintió mal, debido porque le tenía gran admiración y afecto a Slenderman de lo que le tenía a su madre, él sabía que él le pertenecía a Slenderman, pero sin embargo, no se sentía mal por eso, le encantaba la idea después de eso Slenderman con una voz demasiado débil dijo
Ya tome venganza de uno, ahora de quien quieres que me vengue
Brad sabiendo de qué se trataba lo que dijo respondió
De Peter Robinson por ganarme el primer lugar, del director por decirme que estaba mal hecho y de toda la escuela por reírse
De acuerdo pero me tendrás que hacer un favor
¿Un favor?
Tendrás que hacer todo lo que te pida e ir a donde yo te diga
Lo que sea por ti, mi amo
Así que Brad fue a su armario y se puso una capucha tipo amarillenta, un pantalón de mezclilla, una vieja mascara que parecía pasamontañas con ojos y boca tapados para que no lo reconocieran.
Así fue a la escuela y el junto con Slenderman empezaron a asesinar a cada uno de los que estaba ahí, después de haber matado a todos Slenderman dijo
Hemos terminado aquí, ¿listo para irte?
Si mi amo.

Risas

Despiertas sobresaltado, jadeando en busca de aire, mientras te recuperas de una pesadilla. Es la misma pesadilla que se ha venido repitiendo desde hace semanas. Cada noche, sin poder hacer nada más que ver la misma maldita escena desplegarse ante tus ojos.
Hay niños corriendo en un parque infantil, y a lo lejos, una niña comienza a subir al pasamanos. De repente, esa sensación nauseabunda que algo va a suceder invade tu cuerpo. Intentas gritar a la niña para advertirle, pero lo único que se escapa de su garganta es el aire. Te das cuenta de que es demasiado tarde. Cierras tus ojos mientras la chica cae, causándose una grieta repugnante en toda la cabeza. Te ves impotente a su cuerpo sin vida, junto con el resto de los niños que reían a sólo unos minutos atrás.
Ahí es cuando te despiertas en un sudor frío, dándote cuenta de que era la misma pesadilla. No te has acostumbrado a ella y probablemente nunca lo harás.
Aún en tu estupor somnoliento, miras hacia los números digitales de color verde brillante junto a ti. Ahora es la 1:30 de la mañana, igual que la última vez. En este punto, has perdido toda esperanza de volver a dormir, y bajas a la cocina para conseguir un vaso de agua. Recuerdas que debes trabajar por la mañana, ya que hace una semana, comenzaste a ayudar a demoler una vieja escuela que no se ha utilizado desde los años 60. Raramente, es cuando la pesadilla comenzó.
“Genial”, te dices entre sorbo y sorbo, “¿Cómo voy a funcionar con sólo cuatro horas de sueño?”
Más tarde esa mañana, llegas a la escuela. Los desgastes se notan en todo el edificio, tales como tuberías oxidadas, plantas que crecen las paredes, pintura astillada, y la fina hoja de polvo que cubre toda la superficie de la zona.
“¿Qué demonios le pasó a este lugar?” Dices cuando entras por las puertas delanteras.
“¿Cuanto trabajo no?”, dice Mike parado en lo alto de una escalera de mano. Él parece estar derribando parte del techo. Los ecos de taladros y pistolas de clavos suenan en todo el edificio, con el zumbido ocasional de una sierra eléctrica.
“Así que, uh, ¿qué es lo que tengo que hacer hoy?” – Le preguntas.
“Bueno”, dice Mike, “hoy tenemos mucho trabajo, puedes empezar por quitar las tablas del piso en el gimnasio. Después de eso, vamos a necesitar tu ayuda en el desmantelamiento de las pizarras en las aulas “.
Asientes, y con eso, te entrega un martillo y una palanca. Al entrar en el gimnasio, el sonido de la puerta que se abre y cierra de golpe retumba en las paredes. Es silencioso. Desde aquí, todos los ruidos de las herramientas eléctricas no se escuchan. Es una escuela grande y te encuentras en un lugar bastante lejos de la construcción. Decides comenzar en un rincón. Tomas tus herramientas y empiezas la difícil tarea de rasgar y hacer palanca en cada tabla.
A medida que avanzas, notas algo extraño. Sientes como si fueras observado, como si la mirada de alguien te estuviera perforando la piel. En un intento por evadir la incómoda sensación, gritas:
“Sí, Mike?”
No hay respuesta. Por supuesto, sabes que no habrá una respuesta, pero tenías la esperanza de que hubiera una razón para tu miedo. Rápidamente tratas de olvidarlo y continúas tu labor.
Desde que empezaste a trabajar ahí, no ha pasado ningún evento extraño o fuera de lugar. Llegas a la conclusión de que sólo es el silencio  el que te hace sentir incómodo, por lo que sacas tu celular y pones algo de música. Pero entonces, vuelves a sentir que alguien te está mirando. Incluso tu música no ayudarte bien. Un extraño sonido comienza a mezclarse con la voz del cantante.
Te apresuras y quitas un auricular de tu oído para ver si alguien esta tratando de llamarte o algo así. Te das cuenta que el ruido de fondo era una risa, y definitivamente no venía de los auriculares.
“¿Hola?” Dices a medida que guardas los auriculares en el bolsillo del pantalón, “¿Quién está ahí?”
La risa se ​​desvanece rápidamente, como si un grupo de niños corriera riéndose detrás del edificio.
“Hay chicos aquí?” Te preguntas a ti mismo. Terminas de quitar una tabla de madera que estaba a punto de romperse y la colocas en el suelo.
“¿Hola? Mike? “Llamas una vez más. Al salir del gimnasio, te encuentras cerca de lo que parece ser una cafetería. Esto definitivamente no estaba cuando Mike te llevó al gimnasio, pero sigues tu camino. En primer lugar, entras a la cafetería para ver si los niños se esconden allí, pero lo único que hay es un largo pasillo con mesas tiradas alrededor. Una vez más, escuchas la risa que viene desde el fondo.
Comienzas a caminar hacia la risa, pero a medida que te acercas, ésta se desvanece. Al doblar la esquina, te das cuenta de que has llegado a un punto muerto, con una puerta al final. La puerta es de color azul, combinando con algunos azulejos del piso. Te acercas a ella y mueves la perilla, sólo para descubrir que ésta cerrada.
“¿Qué demonios? ¿A dónde van? “Te preguntas mientras tratas de mirar algo por el espacio entre la puerta y la pared. Una mano toca tu hombro, haciéndote saltar. Te das la vuelta y ves a Mike con una mirada interrogante en su rostro.
“Puta madre, hombre, me has asustado.” Le dices.
“Sí, pude notarlo”, dice Mike, “¿Qué estás haciendo aquí? ¿Terminaste el gimnasio? Porque también necesitamos…”
“No, no he terminado.” Dices interrumpiéndolo. “Hey, uh, ¿alguien trajo a sus hijos aquí, o algo así? ”
“No que yo sepa, pero debes terminar ese suelo pronto, necesitamos un poco de ayuda con el material eléctrico.”
Asientes y te diriges al gimnasio, mientras desenredas tus auriculares. Solo dos minutos después de haber empezado a trabajar, escuchas esos malditos niños de nuevo. Esta vez, parece como si se estuvieran burlando de ti. Piensas que se volverán a escapar y la risa se detendrá, a si que decides continuar con lo que estabas haciendo y lo ignoras. Pero no se va, incluso, podrías asegurar que se hace más fuerte y más irritante.
“¡¿Qué?!” Gritas a los niños, pero siguen riendo. Esta vez, arrojas tu martillo a la pared, porque a estas alturas, no tienes ganas de jugar. Corres hacia el ruido, con la esperanza de atraparlos. Con cada paso que tomas, los armarios que cubren el pasillo se estremecen y se sacuden. Tus pasos resuenan por las escaleras. Ya no te importa tu trabajo en el gimnasio, ni la construcción, ni nada. Solo encontrarlos y deshacerte de ellos.
A medida que corres, te das cuenta que la escuela se ve más limpia y alegre. La pintura no está astillada, ni la cerca oxidada…
“Pensé que lo estaban destruyendo, no que le harían una renovación.” Te dices. Sigues corriendo, hasta llegar comedor. Sentiste que habías corrido en círculo, pero esa teoría se fue en cuanto llegaste a la cafetería. Te das cuenta que en el comedor, las mesas están instaladas, y los pisos limpios. Las papeleras y mesas parecen estar cubiertos con migas y la leche derramada en algunos sitios. Esto no tiene sentido, si hace dos minutos las mesas estaban rotas, y todo parecía estar cubierto de polvo. Te detienes y mirar a todo, confundido completamente, hasta que la risa te sacó de sus pensamientos, una vez mas.
Una vez que vuelves a correr, la risa se ​​detiene. No, no como la broma de hace rato, todo el mundo al mismo tiempo se frena. Junto con las risas, tus pasos paran, como si trataras de encajar en el entorno.
De pronto, una pequeña risita se escucho en el baño. Sonríes, pensando:
“Oh, ahora los tengo”, mientras caminas hacia el baño. A diferencia del resto de la zona, el baño era un completo desastre. Las bisagras de las puertas de los establos y los grifos están terriblemente oxidadas, y baldosas completamente rotas. Pateas fuertemente la única puerta, tirándola, con la esperanza de hacer frente a uno de esos pequeños bastardos, pero no hay nadie allí.
“¿Qué diablos?” Dices en voz alta. Jurarías que escuchaste una risa proveniente de esta área exacta, ¿cómo no puede haber niños? Te das vuelta hacia el grifo, y giras el pomo. Crees que si se salpicas tu cara un par de veces, te recuperarás. Por supuesto, no sale agua. De repente, ves algo en la esquina del espejo que te hace atragantarte con tu propio aliento.
Sentada en la esquina de la habitación, junto a la puerta, se encuentra una pequeña niña. Sus ojos, miran a los tuyos. Excepto, que ella realmente no tiene ojos, solo mármoles blancos que parecen demasiado grandes para su cráneo. Y no son sólo sus ojos, todo en ella no es normal. Su piel se le pega al hueso, haciendo que sus articulaciones se vean. Su pelo esta enmarañado y lleva un vestido blanco roto, manchado con suciedad y sangre. Y entonces comprendes todo instantáneamente, como si una pared de ladrillos cayera sobre ti.
Lo que parecen ser los restos de un cadáver en descomposición, es en realidad la chica que aparece en tus pesadillas. Sus labios se curvan lentamente revelando un terrible conjunto de dientes afilados. Gritas y sales corriendo del baño. A la salida, te das cuenta de que el edificio volvió a tener su aspecto normal, sucio y descuidado. Al doblar a la esquina, te encuentras con Mike.
“¿Qué demonios estás haciendo?” Dice claramente frustrado, “Esta es la segunda vez que abandonas tu puesto de trabajo.”
“¿¡Qué carajo está pasando aquí!?” Gritas, exigiendo una respuesta. Mike te lanza una mirada amenazadora, y te dice:
“¿De qué estás hablando? Nada está pasando aquí. Escucha, si te sientes un poco enfermo puedes ir a casa. ”
“No, estoy bien.” Respondes, “Te prometo que voy a terminar esta vez. Ahora, ¿dónde está el camino de regreso al gimnasio? ”
“Sube las escaleras y en el pasillo a la izquierda, verás las puertas dobles para llegar. Te acompaño”
Mientras los dos van a ver tu trabajo, una duda emerge de tu cabeza.
“Hey,” Le preguntas a Mike, “¿Por qué este lugar quedo cerrado? Parece como si todo el mundo se hubiera ido un dia y jamás regresó. ”
“Bueno,” Inicia Mike mientras el sonido de sus pasos resuenan en todo el hueco de la escalera, “Una chica joven, estudiante, murió aquí. Al parecer, era demasiada tristeza para los niños a educar y siempre andaban deprimidos. Por lo tanto, con la esperanza de borrar el incidente de su mente, se los trasladó a una escuela diferente. ”
Un escalofrío recorre tu cuerpo, desde los pies a la cabeza.
“Exactamente cómo murió?”
Mike no respondió hasta cruzar la puerta doble del gimnasio.
“Ella cayó desde un pasamanos y se rompió el cuello.”
Tragas saliva, mientras Mike sale de la habitación.
“Apresúrate, que ya es tiempo que hubieras terminado” Dijo antes de azotar la puerta
Sabes que deber darte prisa, para ir a tu casa y no regresar a ese lugar jamás. Enciendes tu música de nuevo, y continúas el trabajo, casi esperando oír una risa, pero no pasó nada. Incluso cuando se terminaste, no pasó nada.
En tu regreso a casa, empiezas a cuestionarte y te convences de que todo estaba en su cabeza, y que la pesadilla había causado que te volvieras loco. Al pensar en la pesadilla y recordar lo que Mike dijo, el estómago comienza a dolerte. Tuviste esta sensación hasta que finalmente decides irte a la cama, sabiendo lo que iba a venir después. No quería pensar en los juegos infantiles, o la niña, no específicamente después de lo de hoy. Pero la imagen de su rostro, su rostro horrible, está pegada a ti.
No debería haber ninguna razón para que seas paranoico ahora. Se acabó. Estás aquí, y ella es todo lo que queda de allí.
“Demonios, probablemente ni siquiera existe.” Te dices a ti mismo, ya que poco a poco pierdes la conciencia.
Cierras tus ojos, esperando la visión horrible, una risa pequeña se escucha atrás de la puerta de su dormitorio.

El Gato sin ojos

Hola Amigos aquí yo de nuevo con mas creepypasta, aquí comenzamos:

``Estaba yo escribiendo un libro y me mude para corregir y mejorar ese libro, pero no me pude mudar con mis mascotas y me sentía solo, así que decidí comprar una nueva mascota.

No quería un perro por que iba a ser muy grande y no un pájaro porque son muy ruidosos, yo quería un gato.

Entonces me dirigí a la tienda y busque los gatos pero todos eran lindos pero había uno de ellos que no tenia ojos, pero a pesar de todo eso a mi era al unico al que no le daba asco o no le causaba temor. Lo tome porque me apene del pobre gatito. En es mismo momento lo lleve hacia un veterinario y mientras esperaba me di cuenta que era al unico al que no le daba temor ese gato.

Cuando me toco entrar a que lo revisen me dijeron que solo tenia una pequeña infeccion y como no se habia desarrollado mucho se la pudo extraer facilmente. LLeve al gato a mi casa y entoces lo solte para que jugase.

Me puse a corregir los primeros errores del libro y luego como ya me dio sueño me fui a dormir. Al dia siguiente que me levante me ocurrio algo muy escalofriante.

Un hombre estaba sobre mi mirandome (o eso creo), pero al verlo no tenia ojos, solo estaban ese par de cuencas vacias y muertas. En ese momento pegue un grito como cualquier persona hubiese echo y el hombre no hizo nada se acuncliyo en una esquina y se puso a escribir en una libreta y yo no podia hacer nada.
Luego de unos minutos pude levantar la cabeza y lo vi que me miraba y luego seguia escribiendo.

Deseperado trate de abrir la puerta pero no pude habia algo pegado abajo y no pude, trater de despegarlo pero no lo logre. Entonces me voltee y lo vi, el me miraba con esos ojos vacios y le pregunte que quieres de mi, en lo que me respondio con un enorme maullido y luego me di cuenta busque a mi gato por todos lados y me di  cuenta de que esa cosa era mi gato yo era su experimento el me observaba y luego hacia apuntes.

En ese momento lo unico que pense era que me rescatarian: El hombre de la imprenta al ver que no llegue con el libro me buscaria y entonces llamaria a la policia y se desarian de ese gato.

Fue en ese momento en el que me puse a escribir esto porque me estoy muriendo de hambre al parecer el tambien, pero no hace nada tengo hambre y quiero salir AYUDA AYUDA AYUDAAAAAAAAAA!!!!``

Texto encontrado al lado de un cadaver con partes faltantes de su carne que lugo se descubrio que estaba bajo su brazo, encima de el un gato sin ojos igual que su dueño.

Lo mas perturbador es que luego de ver al gato todos nos atemorizamos menos un compañero que recogio al gato en sus brazos y se lo llevo a su casa van cuatro diaz sin saber nada de el ni de su familia.



El Experimento Ruso del Sueño

Esta es una histia que se piensa que es real y que viene despues de la segunda guerra mundial:

A fines de los años 40, cuando aún la Unión Soviética era gobernada por el puño de acero de Stalin, un grupo de científicos rusos decidió llevar a cabo un experimento en que, a base de un gas estimulante, se mantendrían despiertos a cinco sujetos por un periodo de quince días.
Primeramente los cinco individuos fueron conducidos a un entorno cerrado a fin de que se pudiese monitorear el empleo de oxígeno, ya que el gas estimulante resultaba letal en elevadas concentraciones. A fin de observar cuidadosamente a los sujetos del experimento, y ya que en ese entonces todavía no existía el sistema de “circuito cerrado” con cámaras de vigilancia, se emplearon micrófonos y unas ventanas con vidrios de 5 pulgadas de espesor. Por otro lado, la habitación del experimento contaba con libros, mantas para dormir cómodamente (aunque sin camas), agua corriente, un baño y provisiones alimenticias que alcanzaban para que todos los cinco sujetos sobreviviesen un mes entero.
Pero… ¿qué habían hecho los sujetos del experimento para estar allí? Estos eran prisioneros políticos y militares enemigos capturados durante la Segunda Guerra Mundial. Stalin había dicho una vez que “la violencia es el único medio de lucha, y la sangre el carburante de la historia” y, en concordancia con esa manera de pensar, miles de individuos habían sido torturados, enviados a trabajos forzados en Siberia, o asesinados con un tiro en la nuca. Pero el destino de estos prisioneros sería aún peor…
Durante los primeros cinco días todo estuvo relativamente bien y pocas eran las quejas, en gran parte porque los habían engañado, prometiéndoles la libertad si se sometían a la sencilla prueba de no dormir por 15 días. Curiosamente y ya en ese breve intervalo inicial de 5 días, los investigadores notaron que, mientras más tiempo pasaba, los sujetos se mostraban más propensos a hablar sobre eventos traumáticos de su pasado.
El primer punto de inflexión vino después de los 5 días iniciales, pues los sujetos comenzaron a quejarse de los hechos que, según ellos, los habían conducido a terminar en el experimento. Sus miradas ya no eran las mismas, sus gestos y actitudes denotaban el inicio de la paranoia. La camaradería de los días pasados se resquebrajó y dio paso a cinco individuos desconfiados, que ya no hablaban entre sí y que murmuraban alternativamente en los micrófonos, tratando de no ser vistos por sus compañeros y evidenciando que pretendían ganarse la confianza de sus captores al traicionar a sus camaradas. En opinión de los científicos, los cambios conductuales de los sujetos eran un efecto del gas y la privación de sueño.
Ya en el noveno día, uno de los sujetos de prueba comenzó a correr como locoe por toda la habitación, gritando y gritando sin parar… Así estuvo unas tres horas, en un espectáculo atroz donde su voz, como consecuencia del desgaste de las cuerdas vocales, estaba cada vez más ronca; además, naturalmente el hombre cayó algunas veces, pero siempre se volvía a levantar, pese a que estaba bañado en sudor y hasta llegó a escupir sangre antes de no poder dar más que gritos ocasionales y, finalmente, caer presa del silencio, ya que sus cuerdas vocales estaban destrozadas… En cuanto a los compañeros del sujeto que gritaba, mostraron inicialmente una escalofriante indiferencia: seguían murmurando en los micrófonos, encerrados en sí mismos. Sin embargo, cuando un segundo sujeto se puso a correr y a gritar como el primero, dos de los tres que no gritaban agarraron algunos libros, les comenzaron a arrancar páginas, defecaron, las cubrieron con sus heces y las empezaron a pegar en las ventanas de la habitación, tras lo cual dejaron de correr los dos que corrían y, el que aún gritaba (el otro ya no podía, se había destrozado las cuerdas vocales), dejó de gritar. También, a raíz de eso nadie volvió a murmurar en los micrófonos.
Tres días después de lo sucedido con las ventanas, los investigadores quisieron revisar los micrófonos a ver si todavía funcionaban; puesto que, desde lo sucedido con las ventanas, no se había escuchado ninguna palabra o ruido en los micrófonos, pese a que el consumo de oxígeno indicaba que los sujetos vivían y, además, era un nivel de consumo propio de quienes realizan ejercicios extenuantes…
Llegado el día 14, la preocupación por el estado de los voluntarios era muy grande y los científicos hicieron algo que inicialmente no pensaban hacer puesto que podía alterar el curso del experimento: trataron de llamar la atención de los sujetos de prueba. Para ese fin, emplearon un intercomunicador que hasta el momento había pasado desapercibido por los cinco prisioneros, quienes en ese momento escucharon una voz fría y autoritaria que les decía: “Abriremos el cuarto para comprobar el estado de los micrófonos. Aléjense de las puertas y acuéstense con las manos atrás en el suelo o se les disparará. A uno de ustedes se le otorgará la libertad si obedecen”. Entonces, desde uno de los micrófonos, una voz dijo, en tono terminante y sin encontrar oposición en otras voces, algo que dejó atónitos a los investigadores: “No queremos ser liberados”
Lo antes descrito suscitó gran debate entre los científicos y los militares responsables del proyecto. Se intentó varias veces y en vano comunicarse de nuevo con los sujetos, pero estos no dijeron palabra alguna ante lo escuchado desde el intercomunicador. Así pues, al anochecer del día 15 se decidió abrir la puerta de la habitación y ver lo que por días cubrieron aquellas páginas arrancadas y llenas de excremento que, como viles trofeos de la miseria humana, tapaban los gruesos cristales del maldito recinto.
Antes de entrar, los investigadores extrajeron el gas de la habitación y empezaron a mandar aire fresco, pero entonces comenzaron a escucharse montones de quejas en los micrófonos. Eran tres voces que, rogando en nombre de sus seres queridos, pedían que volvieran a mandarles más gas estimulante. Sin embargo, el suministro de gas no se repuso y, cuando por fin abrieron la puerta, los sujetos de prueba vociferaron, con excepción del que tenía dañadas las cuerdas vocales (éste fue uno de los cuatro supervivientes), los alaridos más fuertes y espantosos que jamás habían escuchado en toda su vida aquellos aterrorizados soldados. Y es que nada, ni siquiera las balas zumbando en el campo de batalla o los cadáveres regados por las calles de Stalingrado que uno de los presentes había visto: nada se equiparaba al horror dantesco que tenían en frente…
Gran parte de la comida, que habría bastado para los últimos cinco días del suplicio, no había sido tocada en lo más mínimo. Todo el suelo estaba cubierto de una repugnante mezcla de sangre, agua, heces, orina, ya que el hueco de drenaje, que estaba en el centro de la habitación, había sido tapado con trozos de carne de las costillas y pantorrillas del sujeto muerto, cuyo cadáver yacía arrimado en la esquina izquierda del fondo, con la boca abierta, la cabeza ladeada, y la mirada inerte, aunque con un inusual gesto que parecía congelar la experiencia inefable de quien ha alcanzado la escabrosa cima del tormento.
En cuanto a los supervivientes, estaban en tales condiciones que habrían hecho parecer criaturas de aspecto afable a los zombis: se notaba que se habían arrancado pedazos de piel y carne con sus propias manos, ya que las puntas de sus dedos estaban destrozadas, y el hueso estaba expuesto en zonas donde no habrían podido sacar carne con sus propios dientes. Por otra parte, a más de las heridas provocadas por la carne y la piel que se habían arrancado, todos tenían muchas otras lesiones, la mayoría de ellas autoinfligidas. Y en cuanto al daño causado por la carne que se habían arrancado a sí mismos, era algo tan atroz que, debido principalmente a toda la cantidad de músculo intercostal que ya no tenían, podían vérseles los órganos internos, ya que desafortunadamente no habían comprometido suficientemente a sus órganos vitales como para perecer, excepto aquel que ahora reposaba muerto en la esquina, pues le faltaba aproximadamente medio hígado…  Tenían los intestinos expuestos, palpitando por la comida que habían ingerido recientemente, y que no era el atún ni nada que contuvieran las latas en conserva que les dejaron para alimentarse decentemente, sino su propia carne.
Pese a que la mayoría de los soldados que entraron a la habitación o vieron lo que había en ella eran de las Fuerzas Especiales, ninguno quiso volver a entrar, y uno de ellos se puso a llorar como si hubiese visto a su madre cortada en trocitos… En cuanto a los cuatro supervivientes, todos pedían con desesperación que les dieran gas. “¡No quiero dormir, no quiero dormir!”, gritaba uno de ellos con la voz empañada en llanto y desesperación, tal y como quien, ante la amenaza de ser ejecutado, grita histéricamente “¡no quiero morir, no quiero morir!”. Y es que todos querían estar despiertos: esa era su adicción, eso era lo único que importaba. La dignidad, la esperanza, las memorias del pasado, todo se había hundido, el sentido de la vida se había reducido a la persecución desesperada de mantener los ojos abiertos, y el cerebro activo, no ya para pensar la realidad u orientarse en ésta, sino porque, la sensación de vitalidad propia de estar bien despierto, había pasado a tener el valor de la vida misma.
Ahora, y si bien ningún soldado quería regresar, tuvieron que obedecer las órdenes de sus superiores y volver a aquella pequeña sucursal del infierno, donde los cuatro dementes, que sólo querían permanecer en el cuarto para recibir más gas, presentaron la fuerza de auténticos poseídos por el Demonio, mostrándose tan salvajes que un soldado falleció cuando uno de los sujetos de prueba le mordió el cuello tan fuertemente que le abrió la yugular, y otro soldado resultó gravemente herido porque uno de los supervivientes le mordió la arteria femoral y los testículos, con tanta rabia que literalmente se los reventó, los soldados tenían la orden de preservar la vida de los sujetos de prueba así que no pudieron dispararle. Además de estos dos soldados que fueron víctimas por accidente del experimento, cuatro de ellos acabaron suicidándose en las semanas posteriores al nefasto día, sumando cinco los que murieron por causa del experimento sin ser parte del mismo.
Otro caso lamentable fue el de uno de los cuatro sujetos de prueba. El hombre sufrió una hemorragia después de dañarse el bazo cuando intentaba agredir a los soldados; intentaron sedarlo, pero ni siquiera con la dosis de morfina multiplicada por diez se consiguió controlarlo, pues seguía agitándose como un animal salvaje, y hasta logró romperle el brazo y las costillas a uno de los médicos que intentaban ayudarlo. Habiendo roto los amarres y estando fuera de sí, el sujeto fue acorralado en una esquina de la sala médica por los soldados. Nadie se le acercaba, todos se limitaban a impedir que la bestia humana cometiera más destrozos. “¡Máaaaas, máaaaas!”, gritaba el sujeto, con los ojos desorbitados, la cara marcada por arañazos que se había autoinfligido en su desesperación por el gas, y las manos puestas en un ademán de ira, impotencia y súplica. Así permaneció por tres minutos enteros en que su corazón latía al máximo posible: “¡Máaaaas, máaaas!”, se escuchaba por toda la sala, primero como un alarido brutal e intimidante, posteriormente como un grito atenuado, después como un murmullo agónico y vencido, y finalmente como una boca abierta de cuyo fondo no salía otra cosa sino el silencio, triste presagio de la muerte que lo tocó cuando se desplomó de improviso.
En cuanto a los tres supervivientes restantes, a éstos se los pudo inmovilizar y conducir a distintas instalaciones médicas: dos de ellos, aún con las cuerdas vocales intactas, no dejaban de vociferar pidiendo gas… El tercero, que era el más herido de los tres, no pudo ser calmado con morfina, pero usaron un sedante distinto que sí lo inmovilizó, aunque su corazón dejó de latir cuando sus ojos se cerraron; posteriormente, en la autopsia, se determinó que sus niveles de oxígeno en la sangre eran anormalmente altos.
Otro de los sujetos, aquel que tenía destruidas las cuerdas vocales, giraba la cabeza en señal de negación cuando plantearon ponerle gas anestésico para llevarlo a la sala de cirugías. Entonces uno de los médicos sugirió no anestesiarlo, y sorprendentemente el sujeto empezó a mover violentamente la cabeza, en señal afirmativa: era increíble, tanto le importaba estar despierto que prefería aguantar el dolor de la cirugía con tal de no dormirse a causa de la anestesia… Seis largas horas duró la cirugía, dentro de la cual se intentó cubrir los principales daños que el propio sujeto había causado en los órganos de su caja torácica. Según relató una traumatizada enfermera que colaboró con los médicos durante la operación, el paciente sonreía de una manera extraña y enfermiza cada vez que hacía contacto visual con ella. Era como si se complaciera en mostrarle la capacidad que tenía para deleitarse ante su propio tormento, como si eso que le estaban haciendo fuera algo rutinario, algo habitual…
Una vez que la cirugía acabó, el paciente miró al cirujano y empezó a hacer gestos con la boca y las manos, como indicando que quería hablar y que le dieran algo para escribir. Entonces el cirujano tomó un cuadernillo que estaba cerca, y se lo dio junto con un bolígrafo. “SIGUE CORTANDO”, escribió el sujeto, con letras mayúsculas que evidenciaban un pulso tembloroso, producto de un insano estado de alteración emocional.
En cuanto al último de los supervivientes, este fue enviado a la sala de cirugía, donde decidieron operarlo sin anestesia después de ver lo ocurrido con el sujeto antes descrito. En su caso, tuvo que inyectársele un líquido paralizante porque no dejaba de reírse a carcajadas, agitándose tanto que hacía imposible la cirugía sin anestesia. Gracias al líquido paralizante, se lo pudo operar sin anestesia. Lo único que podía mover eran los ojos, y aún en tan pequeño margen de libertad motriz se evidenciaba la locura, el disfrute ante lo que estaban haciéndole…
Una vez que pasaron los efectos del líquido paralizante, el sujeto volvió a pedir gas, y cuando le preguntaron por qué él y sus compañeros se lastimaban y por qué necesitaban tanto el gas, el hombre se limitó a decir en forma lacónica y con tono de absoluto convencimiento en sus palabras: “Debo permanecer despierto”.
Los dos supervivientes finales continuaron siendo atendidos por los médicos; y, cuando los militares que idearon el proyecto aparecieron y vieron que las cosas no habían salido tan bien como se esperaba, les reclamaron fuertemente a los científicos e incluso ordenaron ejecutar con inyección letal a los dos sujetos de prueba que aún vivían. No obstante, antes de que se cumpliese la orden de ejecución, el líder de los militares al mando del proyecto, un ex agente de la KGB, volvió a pensarse la decisión inicial y, viendo potencial en los resultados aparentemente desalentadores, ordenó mantener vivos a los dos supervivientes, a fin de ver qué pasaba si los exponían nuevamente al gas que tanto habían pedido y que hasta el momento se les había negado. Los científicos, traumatizados por su experiencia, se negaron rotundamente y aludieron tanto razones éticas de carácter humanitario, como razones de pura conveniencia personal; aunque, como era de esperarse, el militar impuso su autoridad: “Continúen con el experimento y háganlo bien, si no quieren terminar siendo ustedes los sujetos de prueba”. Nadie osó reír: sabían que para muchos militares soviéticos no representaba nada acabar con una vida humana, e incluso uno de los investigadores, al escuchar las amenazas del comandante, recordó el caso de su primo Yuri, que murió con una bala en el cerebro por negarse a experimentar con un prisionero de guerra nazi.
Una vez que los dos supervivientes se enteraron de que al fin recibirían el gas, mostraron una alegría inmensa. Hasta el momento, se las habían ingeniado para permanecer despiertos: uno de ellos cantaba una canción; el otro, que tenía dañadas las cuerdas vocales, se la pasaba dibujando y, cuando el sueño parecía vencerle, se mordía la boca hasta sangrar… Éste último, el mudo, puso una sonrisa de alucinado cuando se enteró de que le darían gas: una sonrisa amplia, simétrica, “de oreja a oreja”, una sonrisa estática, como si estuviese viendo quién sabe qué maravilla inaccesible a la imaginación común…
Antes de ser reintroducidos en la habitación, a los prisioneros se les colocaron medidores de ondas cerebrales. Sorprendentemente, las ondas se mostraban normales casi todo el tiempo, aunque con breves líneas rectas que después desaparecían, y que eran semejantes a las experimentadas durante la muerte cerebral. El prisionero que podía hablar, al sentir que se adormecía durante cada intervalo de línea recta, entró en desesperación y comenzó a gritar: “¡El gas, rápido, rápido! ¡El gas, el gaaaas, el gaaaas!”. Conteniendo sus ganas de reír, el comandante ordenó que se cerrara la habitación con los dos sujetos de pruebas y con tres de los científicos. Al escuchar la orden, dos de los científicos sospecharon que los dejarían allí adentro por varios días, pero más se inclinaron a pensar que era algo momentáneo y que además los dos sujetos de pruebas no se mostrarían violentos porque tendrían el ansiado gas; sin embargo, el tercer científico recordó una conversación que había escuchado entre uno de los soldados y el comandante, cuando estaba en el baño y nadie sabía que él estaba allí:
―Dígame, capitán, ¿qué le parece si dejo a algunos de los científicos junto a los locos? Quizá también a ellos les guste el gas, ¿no cree? Sobre todo Ivanov, que ha estado mirándome de manera resabiada, no vaya a ser que se le suba el gas a la cabeza e intente matarme, ¡hahahahahahahahaa!
―Si me lo permite, creo que la medida es demasiado severa, mi comandante. Creo que mejor sería mandarlos a Siberia.
―¿A Siberia? Pero si van a estar bien felices con el gas, ¿no ve que el gas es el sentido mismo de la vida? Quien prueba el gas, no quiere ya nada. Imagínese, capitán, una inhaladita y nunca más sufrirá por dinero, por mujeres, por ideales, ¡por nada! Vamos, no me mire así, estoy bromeando, camarada.
“No, no estás bromeando, bastardo”, pensó Ivanov tras recordar la conversación y entonces, antes de que se cerrara la puerta y llegaran tres soldados que el comandante había llamado por radio, reparó en que el soldado escolta (del comandante) había dejado en una silla su revólver, y temblando de ira lo tomó, le disparó al comandante, después le voló la cabeza al prisionero mudo y se puso en una esquina, apuntando al único sujeto de prueba que quedaba y aprovechando que los otros dos científicos habían huido y el soldado escolta también (que era el capitán al cual había escuchado hablar con el comandante), casi seguramente porque no quería matar ni morir, pues si moría dejaría de ser para siempre (era un marxista en toda regla), y si vivía se sentiría aún más culpable por matar a un hombre de ciencia en nombre de un proyecto perverso, cuyos abominables frutos lo habían hecho replantearse su lugar en el mundo desde el día en que abrió esa puerta maldita y vio a esos cinco engendros, que no podían ser llamados “humanos”, “bestias” o “monstruos”, que eran como cinco espejos crueles y a la vez como cinco preguntas: espejos, porque mostraban lo peor que sabemos de nosotros mismos, eso que se refleja en las maldades que les hacemos a nuestros semejantes; preguntas, porque mostraban algo escalofriante, una parte de nosotros que no conocemos, que solo intuimos levemente, que no nos atrevemos a preguntarnos qué es, pero ahora, en esos cinco ex-humanos, se erguía poderoso e imponía, en cualquiera que lo percibiese, la necesidad de preguntarse qué era “eso”…
“¡No me encerrarán con esta cosa! ¡No contigo! ¡¿Qué eres?! ¡Necesito saber!”, dijo el científico de bata blanca, mirando a “eso” que tenía en frente suyo, esperando una respuesta antes de que lo dispararan o lo detuviesen, cosa que increíblemente no había ocurrido aún.
Con una sonrisa demencial y perversa, tal y como si fuera el portador de un secreto prohibido empañado en decadencia, el prisionero miró al techo, volvió a mirar al científico y le dijo con deleite, queriendo perforarle el alma con la negrura de una verdad encarcelada por la cordura: “¿Tan fácilmente te has olvidado de mí? Somos ustedes, somos la locura que está encerrada en todos ustedes. Somos la locura que ruega por libertad en cada momento de sus vidas, desde lo más profundo de sus mentes animales. Somos aquellos de lo que se esconden en sus camas todas las noches. Somos lo que duermen, silencian y paralizan cuando se van a su cielo nocturno, donde nosotros ya no los podemos alcanzar.”
Nadie habló mientras “eso” hablaba a través del prisionero, excepto el científico que sostenía el arma y, sin poder soportar el Evangelio de la Locura, apuntó al corazón de aquel demente y disparó. “Casi…tan…libre”, le escuchó musitar, sin creérselo porque acababa de destrozarle el corazón y allí, en la sala de control, sus compañeros veían que la pantalla de actividad cerebral no mostraba señal alguna de vida. “Eso” que habló ante el asombro de todos había callado por fin, pero solo en los labios del pobre sujeto de pruebas: en las mentes, de los investigadores, de los soldados, del lector de este creepypasta, “eso” seguirá susurrando en cada uno de nosotros, quizá mostrándose en aquellos breves lapsos que algunos de nosotros tenemos, lapsos en que el gobierno de la razón colapsa ante el peso de la realidad, y la locura, siempre más fuerte que las mayores calamidades de la vida, toma el control con voluntad libertadora…